En muchas películas de héroes se ve cómo alguien anónimo poco a poco se ve inmerso en una trama en la que fuerzas invisibles parecen dirigir unos hilos y lo mueven como una marioneta para ponerlo en un camino hacia la autorrealización. Todo confluye para que de una u otra manera se le vayan cerrando los caminos de la confortabilidad y le van indicando que el que tiene que tomar es sólo uno: el que está lleno de vicisitudes y proezas que nunca pensó que pudiera llevar a cabo.
Aparecen los dragones, los mostruos, los villanos, los precipicios, el desierto y, por supuesto, la chica. Generalmente ésta suele ser alguien para la que el héroe es transparente, éste pasa totalmente desapercibido para ella, y en cambio él, se queda anonadado, embebido, babeando cada vez que la ve. Y ésta también se acaba convirtiendo en una meta más en el camino del héroe. Algo que tiene que superar. Seguir leyendo